El dinosaurio
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
El hombre invisible
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
El hombre invisible
Aquel hombre era invisible, pero
nadie se percató de ello.
La última
cena
El conde me ha invitado a su
castillo. Naturalmente yo llevaré la bebida.
La caja torcida
Tenía
la manía bella de lo derecho, lo recto, lo cuadrado. Se pasaba el día poniendo
bien, en exacta correspondencia de líneas, cuadros, muebles, alfombras,
puertas, biombos.
Su día era
un sufrimiento terrible y una espantosa pérdida de tiempo. Iba detrás de
familiares y criados, ordenando lo desordenado. Comprendía bien el cuento del
que se sacó una muela sana de la derecha porque tuvo que sacarse una dañada de
la izquierda.Cuando se estaba muriendo, suplicaba a todos que le pusieran exacta la cama en relación con la cómoda, el armario, los cuadros.
Y cuando murió, el enterrador le dejó la caja torcida en la tumba para siempre.
El gesto de la muerte
Un joven jardinero persa dice a su príncipe:
-¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahán.
El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:
-Esta mañana ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?
-No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahán esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahán.
La fuerza del destino
El perro riñe al gato, el gato al ratón, el ratón a la musaraña, la musaraña a la araña, la araña a la mosca, la mosca a la hormiga, la hormiga a la pulga, pero la pulga, como es tan pequeña, no tiene nadie más pequeño a quien reñir, así que, indignada, prepara la revolución para derrocar al perro.
-¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahán.
El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:
-Esta mañana ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?
-No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahán esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahán.
La fuerza del destino
El perro riñe al gato, el gato al ratón, el ratón a la musaraña, la musaraña a la araña, la araña a la mosca, la mosca a la hormiga, la hormiga a la pulga, pero la pulga, como es tan pequeña, no tiene nadie más pequeño a quien reñir, así que, indignada, prepara la revolución para derrocar al perro.